Pia Fries, sentido y sensibilidad

Pia Fries. Plumbago, galería Distrito Cu4tro, Madrid

Publicado en El Cultural, 12 de octubre de 2006

Es cierto que a la obra de Fries le conviene la retórica de la pintura posmoderna: sus estrategias deconstructivas y fragmentarias, la variable combinación desprejuiciada y ecléctica de figuración y abstracción y medios, su adhesión en mayor o menor grado a lo que hoy entendemos como sensibilidad neobarroca ... Pero lo que percibimos a primera vista en su obra son flores y cintas, lazos, redes, madejas y algunas insinuaciones fálicas. Es evidente que, aunque Pia Fries (Beromünster, Suiza, 1955) estudiara en Düsseldorf con Gerhardt Richter, forjó su propio estilo a partir de la reflexión sobre la teoría artística de la crítica feminista acerca del repertorio femenino, de las artistas mujeres, según la historiografía tradicional: la "preferencia" por el género del bodegón, la utilización "natural/izada" de colores apastelados, el dominio "propio" de patrones decorativos y, en general, la "inevitable" tendencia a no desasirse del "íntimo/interior" territorio doméstico. De hecho, los cuadros de Fries, con sus serigrafías sobre la madera y modeladas formas volumétricas de acrílico, sólo pueden realizarse en un plano horizontal, a la manera de la disposición de objetos cotidianos sobre una superficie a ornamentar (mesa, cama, altarcillo ...), que dista bastante del toque sobre la piel vibrátil (y erótica) del lienzo del pincel-falo, así como de la eyección tipo manchas sobre la pared. En la práctica, la pintora utiliza más la técnica de cortar y pegar que la de "cubrir" superficies; y espátulas, cinceles y buriles tanto como pinceles. Siendo así, solamente la erosión de la moda, a la que también está sometida la crítica, explica que hayan desaparecido estas "cuestiones de género" en los comentarios recientes que ofrecen los que avalan su trabajo, en galerías y exposiciones colectivas institucionales. Mientras que la artista continúa fiel a su trayectoria cuando, por lo demás, es evidente que público y mercado hay para este tipo de producción: los cuadros de impecable acabado de Fries, francamente decorativos, encajan a la perfección con el gusto que convencionalmente podríamos atribuir adecuado a las paredes de despachos y estancias de las nuevas ejecutivas (que en España se esperan multiplicar) y de coleccionistas afines.
La producción reciente en esta su segunda exposición en Distrito Cu4tro, refina todavía más su objetivo. La introducción de planos en blanco y negro equilibran con mayor sobriedad -incluso elegancia- el apastelamiento que generalmente se asocia con lo cursi; sin renunciar, desde luego, a la estridencia sentimental. Todavía con ecos de su apropiación (vindicativa) de las láminas botánicas de la alemana Maria Sibylla Merian (1647-1717) -hija del grabador y editor Mattheus Merian y esposa del pintor Johann Andreas Graff-, estas pinturas bien pueden apreciarse como una puesta al día visual del dilema ilustrado-protorromántico recogido por el Sense and Sensibility de Jane Austen. Pero más evanescente: en donde la calculabilidad doméstica se ha convertido en trato con la mercancía abstracta y el cuestionamiento de la sentimentalidad dependiente flota ahora en la esquizofrénica ansiedad visceral.