Canto general para África. Alfredo Jaar

Alfredo Jaar. Muxima, galería Oliva Arauna, Madrid
Publicado en Cultura/s, 27 de septiembre de 2006

De la imagen enfriada a la calidez del poema visual, del manifiesto contra la representación al film, es el trayecto que ha recorrido Jaar en la última década. Todo por llevar África en el corazón.
La rabia y la indignación ante uno de los más escandalosos genocidios del siglo XX, la masacre en Ruanda, le empujaron en 1994 a realizar un millón de diapositivas -una por víctima-, material al que sometió a un variado proceso de negación, ante el desgaste habitual de las imágenes en los mass media: las apiló sobre una mesa de luz, las enterró en cajas con una nota que describía lo que mostraban -llevando al paroxismo la recomendación de Susan Sontag para dotar, mediante el texto, de crítica política a la fotografía muda y manipulable. Durante seis años continuó desarrollando estrategias de ocultamiento visual para recuperar la capacidad de ver el drama humano, hasta la exasperación. En 2002, presentó en Kassel Lamento de imágenes, dos cajas de luz enfrentadas que en un acople maquinal, vertical y repetitivo se juntaban para volver a separarse, sumiendo al observador en la oscuridad y en la ceguera del resplandor, a modo de metáfora de nuestra relación con los media. El ritmo de inmersión negra y "emergencia" fue utilizado también sobre un enorme mapa físico de África que dio título, en nuestro país, a la inauguración del MUSAC de León: en una cámara helada, como una capilla gótica de velatorio.
Tras un viaje diez años después, en 2004, a Angola, un país igualmente castigado por las guerras tras la descolonización de Portugal en 1975, la mirada de Jaar parece haberse restablecido, sanado. En un intento de hacer justicia poética a la belleza y dignidad de su gente, de su historia y de su tierra, produce "Muxima". Sus intenciones no han cambiado, pero sí hay un giro decisivo, marcado por la temperatura emocional, lírica. Alfredo Jaar (Santiago, 1956), formado en Chile como arquitecto y cineasta, absorbe toda la teoría crítica postestructuralista del posmodernismo de resistencia antireagan, semiótica y antropológica, cuando se traslada a Nueva York hace veinticinco años. En 1987 rotula la barra del luminoso del Time Square: "This is not America", y desde entonces se entrega a una triple producción: de obra, intervenciones y contribuciones en foros de discusión, extendiendo los discursos de Sontag, Barthes, Godard, etc., y convirtiéndose en el artista latinoamericano más solicitado en el escenario contemporáneo, por su penetrante claridad reflexiva y acabadas resoluciones formales. Ahora Jaar ha abandonado la rabia y su cortante frialdad.
A partir de la idea benjaminiana de que la imagen en movimiento tiene un poder de seducción y de sujeción del espectador muy superior a la representación estática, Jaar realiza su primer vídeo "Muxima", de 33 minutos de duración, reducción de veinte horas de rodaje en Uganda. Olvida las palabras y el papel intelectivo que habían jugado en la composición y contemplación de sus obras anteriores. Ahora todo viene regido por la música y su honesta transparencia, esa cualidad de impregnación, incluso si no se reconoce la letra, a la que confía el poder de transferencia de los sentimientos evocados por las imágenes en el film. Compuesto por diez cantos, estructura poética que evoca a Neruda y Ezra Pound, cada canto es un poema visual con el que se va aludiendo a la historia de Uganda, de la esclavitud a las minas por desenterrar, su arquitectura colonial y la vida de la gente ahora. Se trata de una mirada subjetiva, parcial, que indirectamente renuncia a dar una falsa versión supuestamente coherente, unitaria. Jaar espera que la repetición de seis versiones de la canción "Muxima" a lo largo del vídeo, fijen la calidez de sus imágenes en el espectador. Con diferentes arreglos, todas mantienen ese sentimiento de añoranza, de la "saudade" portuguesa convertida en "morna" al arribar a la costa africana. "Muxima" en kimbundú, lengua indígena angoleña, significa "corazón".
En la exposición también hay fotografías. Las seis imágenes de nubes que componen "An atlas of clouds" fueron tomadas en Ruanda, Angola, Sudáfrica, Nigeria, Namibia y el Congo. En otra, captada en Luanda, se muestra una pancarta que dice: “lo más importante es resolver los problemas de la gente”.