Destrucción creativa. Gordon Matta-Clark

Gordon Matta-Clark, MNCARS, Madrid
Publicado en Cultura/s, 13 de septiembre de 2006

Atractivo y carismático. Y con un trabajo rotundo, inteligente y vitalista, crítico y esperanzador (quizá algo ingenuo, pero todavía hoy en primera línea de influencia en las prácticas artísticas contemporáneas, incluso en nuestro país -de Santiago Cirujeda a Sierra-), la exposición planteada por Gloria Moure sobre Gordon Matta-Clark (Nueva York, 1943-1978) tiene la ventaja, respecto a las precedentes realizadas en España (MACBA, IVAM), de mantener la energía de su carácter procesual y performativo, un objetivo que se ha conseguido dando el espacio debido a bocetos, dibujos perforados sobre tacos de papel, fotografías y diecinueve films, valorándolos como obra y no como documentos de sus intervenciones, todas desaparecidas; a lo que se suma la importancia de la recolección de sus textos en el catálogo: seis entrevistas, escritos variados y notas de cuadernos y cartas, entre las que abundan las solicitudes de permiso de utilización de solares y bloques de escombros y vertederos. Todo esto contribuye a mantener la perspectiva de tensión dialéctica en este artista que creaba destruyendo, tan atraído por excavar los cimientos como por "traer luz y aire a espacios donde siempre fueron insuficientes": tan resuelto por lo poético como por lo político.
Deconstructivista avant la lettre, hijo de Roberto Matta y ahijado de Marcel Duchamp, de formación arquitecto, en menos de diez años, de 1971 a 1978, exploró casi todas las posibilidades de desmantelamiento de la "Anarchitecture", un concepto de "escultura expandida" formulado en grupo, junto a Suzanne Harris, Tina Girouard, Laurie Anderson o Richard Landry, en un momento en que la intervención en un espacio particular se había convertido en el centro de las pesquisas de los jóvenes artistas neoyorquinos. Lo que distinguía su trabajo, en su opinión, era su sensibilidad historicista (ergo política), frente a los más "estáticos" del Land Art, y su fidelidad espiritual a dadá (ergo fluxus: parquedad técnica y "desmantelamiento imaginativo de las convenciones") respecto a las propuestas "modernistas y rígidas" de conceptuales y minimal. Desde el principio se posicionó en trincheras fronterizas, desplegando su energía en un terreno que acogía lo arquitectónico y lo teatral, lo fílmico e ilusionista y la representación objetual: el resultado, unas intervenciones tan aparatosas como estremecedoras, revelando con el cuerpo las intimidades del espacio arquitectónico.
Al principio, fue la fascinación del voyeur : creció en el típico bloque de casas de italianos que se relacionaban a través de los ventanales. Y pronto debió descubrir la calidad de espectáculo de los edificios en construcción para los transeúntes, así como la atracción siniestra de la cuadrícula desnuda de paredes domésticas que dejan al descubierto los solares. Conocía bien el tabú de la desestabilización del espacio privado de la vivienda y el alcance de rasgar un paño, así como el suspense irreprimible ante el peligro de demolición, que tan presente estuvo en la mayoría de sus intervenciones. Pero como mostraban los collages de sus fotografías y películas de excursiones subterráneas, sabía que al igual que él mismo, los espectadores/participantes quedarían atrapados en la impresión de un entramado, un fragmento de piel desgarrada. Sin embargo, le resultaban bastante cómicas las interpretaciones sexuales de algunos de sus "cuttings", con sus distintivas secciones cónicas y helicoidales. Aparte de lo irresistiblemente sexy que se muestra este nuevo pollock taladrador en acción cinta tras cinta.
Mucho más rechazable le parecía la categoría de "romanticismo", facilonamente atribuible a sus ruinas. En la exposición, hay una sección de fotografías casuales tomadas por el Gordon paseante, subrayando la variabilidad creativa de lo habitable: entre ellas, una casa transportada en un barco o arrastrada por un camión cruzando un puente, decenas de barcos de vela amontonados después de una catástrofe, pero también detalles ornamentales de viejos estilos, elementos constructivos apilados y las inquietantes Torres Gemelas (dibujadas en aquella época por Joseph Beuys). Las extrapolaciones a partir de su trabajo, tan sugerente, pueden ser muy amplias: incluso bélicas y tanáticas. Pero en su intención, el sentido "metafórico" de sus derribos y vacíos tenía que ver con la subversión de la arquitectura y su especulación del tejido urbano como una pieza más del engranaje de aislamiento y control del capitalismo. Antisistema y nostálgico -como el "Mon oncle" de Jacques Tati-, al final quería huir del escándalo y de lo artístico, en plena lógica situacionista creía llevar a cabo una "hermenéutica marxista" y junto a okupas pretendía poner su trabajo a disposición de comunidades vecinales (en USA).