El ir y venir de África

África. De ida y vuelta, La Casa Encendida, Madrid
Publicado en El Cultural, 13 de abril de 2004

De ida y vuelta entre memoria y futuro, modernismo y poscolonialismo, mito y pensamiento crítico: idas y venidas voluntarias y forzosas cruzando los mares. La ignorancia del eurocentrismo colonial, primero, y la utopía del “panafricanismo” después, durante la descolonización en los años sesenta, defensoras de una “esencia” africana, han dado paso a una mirada que, revisando mapas, aquí y allá, se afirma en la pluralidad de pueblos y culturas y que ya contempla el continente bajo el prisma de la frontera, de los viajes y las rutas, haciendo hincapié en el desplazamiento y en las identidades múltiples. Pero África es más que una idea: la negritud ha sido humillada desde hace 500 años y durante las últimas décadas la depauperación ha sido tal que su población corre el riesgo de verse en vías de extinción: hambre, enfermedades, plagas, desertización, corrupción, guerras … Una situación de urgencia que convierte la práctica cultural en una cuestión de supervivencia: Y que explica que ya sean norteafricanos o afrikaners, desde “aquí” o desde “allá”, intelectuales y artistas estén abocados a expresar África: sus leyendas, su presente y su exigencia de un porvenir. Todas estas razones, recogidas en el comisariado de Danielle Tilkin, justifican de sobra la utilización del concepto geográfico. Más aún cuando, por primera vez en Madrid, se propone una importante panorámica de las sucesivas generaciones, desde la mitad del siglo XX hasta hoy, con una veintena de artistas.
Están los “maestros”, catapultados a su ingreso en el sistema institucional y mercantil occidental desde aquella primera exposición “Les Magiciens de la Terre” (París, 1989): algunas de las pequeñas cartas dibujadas por Frédéric Bruly Bouabré (Costa de Marfil, 1923), que muestran su visión del conocimiento africano y universal, desde que le fuera revelado su destino en 1948; la pintura satírica de Chéri Samba (Kinshasa, 1956), que es el producto más acabado y reflexivo de la tradición de carteles publicitarios en la África subsahariana; las maquetas utópicas de su compatriota Bodys Isek Kingelez (1948); y entre los grandes, no podía faltar el sudafricano William Kentridge (1955), del que se muestra el vídeo “Ubu Tells the Truth” (Ubu cuenta la verdad) (1997), acerca de la vergonzosa “Comisión de la verdad y la reconciliación” y que resulta especialmente político al intercalar fotografías y material documental. Pero también, entre las generaciones que tuvieron que desaprender la estética occidental enseñada en las escuelas de arte y como autodidactas buscaron sus raíces, destaca “El gran baile”, círculo simbólico de la comunidad con ramajes invertidos y anudados de Moustapha Dimé (1952-1998), y la capilla del también senegalés Viyé Diba (1954), una instalación originada partir del programa Le Débat Africain e inspirada en el relato de las misas católicas nocturnas con el fin de disimular la desnudez, que quizá en esta ocasión acusa excesiva teatralidad.
La persistencia en trabajar con el concepto de negritud a partir de la reflexión de la utilización de la luz, es igualmente sólida y fértil en la obra de artistas residentes y en la de los exiliados de las “Áfricas indóciles” tras el poscolonialismo: en el fotógrafo Tohuami Ennadre (Casablanca, 1953, vive en París), con su serie de retratos en Nueva York (“La luz es el acto que conduce al negro más profundo”) y en los dibujos sobre papeles de revelado fotográfico quemados por el sol de Soly Cissé (Dakar, 1969), que pretende invertir con su grafía y escenas fantasmales la invasión mediática de las pantallas televisivas. También, una táctica de supervivencia cotidiana, como es allí el reciclaje, sirve para construir las pinturas de Moshekwa Langa (Sudáfrica, 1975, vive en Ámsterdam), con esos plásticos de desecho que inundan los paisajes africanos, y la gran instalación “Pièce montée” (“Tarta nupcial”) de Romuald Hazoumé (1962, Benin), cuya monumentalidad no debe distraer de la contextualización con las fotografías que la completan, en ese continuo ir y venir con bidones por África.