Figuras de mujer. Reexistencias. Escultoras del siglo XX

Reexistencias. Escultoras del siglo XX, Complejo "El Águila", Madrid
Publicado en Cultura/s, 16 de agosto de 2006

Procedente de Sevilla (antes, en las excelentes salas del Convento de Santa Inés), llega a Madrid esta amplia retrospectiva que viene a continuar, en el terreno de la escultura y del siglo XX, el camino trazado por Estrella de Diego en "La mujer y la pintura del XIX español" (1984), uno de los primeros estudios realizados en nuestro país sobre la difícil inserción de las mujeres en el sistema del arte moderno y la necesaria revalorización de su obra. Las dificultades intrínsecas de la escultura tradicional (esfuerzo físico "viril" apropiado a sus materiales costosos, etc.) hicieron que las condiciones de exclusión profesional se alargaran para estas artistas durante el siglo XX; por lo que, todavía resulta más heroica su simultaneidad estilística con las corrientes en España y su pronta atención a las rupturas que en el panorama internacional expandirían la escultura de su definición monumental a acontecimiento espacial. La exposición planteada por la joven comisaria y escultora Raquel Barrionuevo, fruto también de su Tesis Doctoral, muestra a través de una treintena de obras otras tantas figuras destacadas, dando cuenta de los cambios sociológicos que afectan a las sucesivas generaciones y cerrando el arco que va desde el intento de invisibilidad y asimilación de los modelos imperantes (masculinos), a la nueva conciencia de expresión del género femenino e incluso de explícito feminismo entre nuestras coetáneas.
Las escultoras que inician el recorrido cronológico presentan la casi inevitable vinculación familiar con el sistema artístico: María Pérez Peix (esposa de Eugenio d'Ors), Eva Aggerholm (casada con Daniel Vázquez Díaz), Elena Sorolla (hija del pintor) y Pilar Cavero (esposa del escritor y crítico teatral Alfredo Marquerie), evidenciando la importancia de reconstruir la historia completa de nuestro vanguardismo. Ya que, como subraya en su texto Mª Antonia de Castro, algunas de estas artistas -pertenecientes necesariamente a la clase acomodada- llegaron a crear "las más sobresalientes de estas tipologías formales, aunque permanecieran relativamente silenciadas", como Eulalia Fábregas en el seno del impulso clasicista en Cataluña a principios de siglo. Otras innovadoras a destacar, ya en las décadas de los sesenta y setenta, serían Elvira Alfageme con sus trabajos ambientales en metacrilato y Machú Harras y su concepción lúdica y participativa, junto a otras muchas escultoras cuya obra se ha visto diluida en obra pública local y excluida del relato principal. De ahí que resulte chocante la inclusión de algunas cuyo trabajo todavía en los ochenta revela sin duda la marginalidad imperante pero cuyas propuestas quedan muy atrás de la renovación escultórica que van a protagonizar entonces Susana Solano, Cristina Iglesias y Paloma Navares, entre otras, las cuales han querido prestar piezas muy importantes y así rendir tributo a sus antecesoras.