A través del espejo. Kimsooja

Kimsooja, Respirar – Una mujer espejo, Palacio de Cristal MNCARS, Madrid
Comisaria: Oliva María Rubio
Publicado en Cultura/s, 7 de junio de 2006

Desde el exterior, el palacio ha adquirido una aureola que difumina su contorno, sobre el que destellan aquí y allá franjas del arco iris: rojo, amarillo, verde, azul … El resplandor lechoso concentra su virtud aérea, de edificación suspendida, y así envuelto en una nebulosa de ensueño al tiempo se ha convertido en un continente misterioso, ya que no acertamos a ver lo que sucede en su interior. Cubierto completamente por una película de difracción translúcida, en el umbral descubrimos el espacio vacío y duplicado, por el espejo del suelo, mientras múltiples refulgencias nos rodean, de planta a cielo, sin que podamos decidirnos a fijar la mirada.
Nos entregan unos calcetines, mientras reparamos, a nuestro lado, en un pequeño banco y un estante para dejar los zapatos. La evocación de los templos orientales funciona, así como la de otras salas profanas, tan frecuentadas hoy, de meditación, técnicas corporales, etc., de manera que los visitantes una vez se los enfundan, se transmutan en participantes de una sesión de relajación: algunos deambulan maravillados hasta encontrar su sitio, muchos se tumban e intentan acompañar el latir de la respiración que emiten los altavoces: al principio casi inapreciable, sosegada, después más profunda y rítmica, al final, atropellada, presa de una ansiedad involuntaria … cosiendo vida y muerte. Es también notable, después, el reencuentro con la vegetación y los cantos de los pájaros del parque, donde unos grupos practican tai-chi y otros, en círculo, danzas ancestrales.
Luz y oscuridad, espejo y respiración son elementos dinámicos, habituales en las intervenciones de la artista coreana Kimsooja (1957), que viene siendo reclamada en bienales y otros eventos de Asia, Estados Unidos y Europa. En la II Bienal de Valencia asistimos a su transformación nocturna de las ruinas de un edificio que iba cambiando de color, por la iluminación: un efecto que ya había utilizado sobre el faro de Morris Island, en Charleston, con el título “A Lighthouse Woman, Memory of Water”. También en 2003 realizó “A Mirror Woman – the ground of nowhere” colgando en el patio abierto del Ayuntamiento de Honolulú un gran cilindro de gasa blanca, en cuyo suelo de espejo se reflejaba el cielo; e intervino el cristalino Palais Rameau de Lille, suspendiendo una hilera concéntrica de farolillos rojos. Así mismo, en sus performances, en ciudades de todo el globo y registradas en vídeo, donde Sooja se planta como una aguja entre el tejido de la multitud, consigue evidenciar el vacío como símbolo de la soledad nómada y lugar de la metamorfosis: la vida fluye. Bella.