Conflictos y emergencias

Emergencias, MUSAC, León
Publicado en Cultura/s, 3 de agosto de 2005

La inauguración de un nuevo museo siempre despierta expectación. En los últimos años, en nuestro país se ha convertido en la expresión de un trauma que retorna y no cura sino bajo el imperativo de “cada ciudad, un museo de arte contemporáneo”. La herida proviene de una generación que creció en el desierto del “tiempo perdido”, lo que explica la obsesiva frustración al intentar rellenar colecciones de esas imágenes a las que no se tenía acceso sino por raras revistas importadas, o que, producidas en España, fueron ninguneadas y olvidadas. La solución política de, siguiendo el modelo del Guggen bilbaíno, poner en el mapa de la red de servicios cada ciudad periférica, alienta el orgullo de sus ciudadanos, no sólo fascinados por “lo igual en el mundo”, sino que experimentan la anhelada sensación de que en su ciudad, por fin, el reloj se ha puesto en hora.
Con independencia de lo que pueda encontrarse en el interior del flamante edificio, que suele engullir el grueso del presupuesto. De aquí la variedad: museos sin colección, o adaptados a colecciones preexistentes, demasiadas veces de “aluvión”. Y de aquí la pregunta en cada ocasión: ¿habemus proyecto? En este caso, sí, habemus. Y cuestión diferente será si se está, o no, de acuerdo. Rafael Doctor ha listado directamente el encargo y ha producido un museo del presente. Lo que los más ortodoxos juzgarán una contradictione in terminis. Pero que, como caber, cabe, pues eso es lo que comenzaron a hacer los museos de arte contemporáneo en los setenta allende nuestras fronteras. Pero ¿de qué presente hablamos? Precisamente del arte que habla del presente, de manera que estamos en las antípodas de la poética del silencio que en los últimos años se trataba de imponer desde el centro, mientras germinaba esta colección periférica. Entre las novecientas obras de 150 artistas, la mitad de ellos españoles, que hasta ahora la componen, no hay ninguna autorreferencial, ocupada en los monólogos del arte, de su complejidad formal, perceptual y puramente estética. Son obras realizadas en los últimos quince años, la mayoría recientes, por artistas que, salvo excepción, han nacido a partir de los sesenta, incluso setenta, y que insisten en el afán narrativo. Aferrados a los acontecimientos y experiencias del presente que todos compartimos, desde los media al trantrán cotidiano, en sus imágenes se “reconocen los muñecos” y esa parece la condición sine quae non para “validar la relación del arte con el público”: no bajo las exigentes condiciones místicas o espirituales del arte, sino con la inteligibilidad mínima que en cada ciudadano puede suponerse para establecer un diálogo. Buena muestra de ello es “Emergencias”, la primera de las exposiciones que irán abriendo discusiones en torno al giro semántico de esta colección. Y significativa la torre de altavoces de Marc Bijl, “Reason to Believe” (2004) que nos recibe en el “democrático” vestíbulo, de techos bajos, con discursos para sordos de dirigentes políticos del siglo XX.
Es arriesgado mantener hoy día que el arte pueda seguir cumpliendo el papel de conciencia de la humanidad, o cuerda de tensión de la flecha hacia la utopía. La idea de que sirve más bien de “falsa conciencia” está tan difundida que la joven protagonista de Closer, un film en nuestras pantallas estos días, no duda en afirmar que toda la angustia, dolor o perplejidad que enseñan las exposiciones de arte contemporáneo reconfortan a la salida y hace que la realidad “no nos parezca tan mala”. Por eso, como escudo ante la objeción más obvia, nos encontramos a continuación el rótulo luminoso, provocativo e irónico, de Fernando Sánchez Castillo, “Vivo sin trabajar”, cuestionando el propio rol del artista “comprometido”.
A partir de ahí, por una suerte de recorrido del espacio dispuesto por Tuñón y Mansilla, por salas tenuemente doradas que se van abriendo como los campos de trigo rastrillados y desiguales de Castilla, con una monumentalidad no advertida desde el exterior, muy fotogénico pero humilde y elegante, de las vidrieras digitalizadas, y que reverbera igualmente en su interior a la Catedral de León -en felices por acogedoras proporciones e incluso en su continuidad de pavimento urbano-, se van desgranado las emergencias/urgencias de esta pléyade de emergentes. La lista es larga, como sabemos, y ha sido desarrollada por una publicación, a modo de catálogo, encargada al IECAH, Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, que ha dividido las problemáticas en: pobreza y hambre, flujos migratorios, desastres naturales y deterioro ambiental, pandemias, cultura y educación, medios de comunicación, género y otras formas de discriminación, derechos humanos, conflictos armados y África. La desaparición de este continente ante nuestros ojos -que es la mayor evidencia de la voluntad predatoria y de extinción de nuestro mundo-, sumergido en un líquido negro en la monumental alberca de Alfredo Jaar, es el fin del camino, en un lóbrego sancta sanctorum que sobrecoge al más desalmado. Fin de la espectacularidad o, dicho de otro modo, perfecto montaje del que hay que felicitar a su director y comisario, cuyo compromiso no puede ponerse en entredicho, al publicar en paralelo una compilación de reflexiones de escritores africanos. Pero que, mejorando lo presente, no se ha expresado con tanta fortuna en todos los capítulos. Es muy desigual, y casi incomprensible, en espacio y dimensión de obras, el tratamiento al “cuartito de las chicas”, que sugiere que en esta colección de irrupción del siglo XXI, todavía no se ha superado la “habitación propia”. También, se deducen carencias muy notables, por ejemplo, de los Young British Artists, cuya influencia quizá haría enrojecer ante algunas obras de artistas nacionales. Y en las adquisiones, una dependencia excesiva de la elite del galerismo español, muy satisfecho, como era de prever, en la inauguración, donde no hubo tantos medios extranjeros, pero sí parecía cundir el consenso sobre el MUSAC como nuevo eje de referencia en España.


Artistas: Marc Bijl, Fernando Sánchez Castillo, Rogelio López Cuenca, Sven Pählsson, Alexander Apóstol y Marjetica, Olafur Eliasson, Andreas Gursky, Anri Sala, Ángel Marcos, Sergio Belinchón, Corinna Schnitt, Joana Vasconcelos, Yinka Shonibare, Jorge Pineda, Eija-Liisa Athila, Paul Graham, Pierre Gonnord, Boris Mikhailov, Immo Klink, Pepo Salazar, Simeón Saiz Ruiz, Luc Delahaye, Thomas Hirschorn, Tracey Moffat, Pilar Albarracín, Ruth Gómez, Kirsten Geisler, Marina Núñez, Gilda Mantilla, Julia Montilla, Carmela García, Daniele Buetti, Cristina García Rodero, Trine Sondergaard, Shoja Azari, Tony Oursler, Enrique Marty, Mira Bernabeu, Sandra Gamarra, Isaac Julian, Martín Sastre, Íñigo Manglano Ovalle, colectivo Multiplicity, El Perro, Valeriano López, Chus Gutiérrez, Mujeres Creando, Superflex, Zwelethu Mthetwa, Allan Sekula y Alfredo Jaar.