Confluencia de arte y vida

Contemporánea. Colección Kunstmuseum Wolfsburg, Fundación Juan March, Madrid
Publicado en Cultura/s, 6 de abril de 2005
En vísperas de la celebración de su 50 aniversario, la Fundación March, dedicada a mostrar arte de la primera mitad del siglo XX, nos sorprende con una exposición de arte contemporáneo, como inicio de un giro en su política expositiva, que será mucho más visible en sus dos museos fuera de Madrid, en Cuenca y Palma de Mallorca. Es evidente que la responsabilidad que se sigue de esta primera iniciativa forzaba a buscar una visión significativa, y ésta la han hallado en la selección realizada a partir de la colección de un museo joven, enclavado en una pequeña ciudad alemana, Wolfsburg, fundada en 1938 para albergar a los trabajadores de la fábrica Volkswagen.
La génesis de la colección de este museo que, hasta 1994, fue sólo un contenedor vacío de exposiciones, ya es de por sí un motivo interesante de reflexión en el marco de las pacatas discusiones que se han producido con la creación de numerosos museos de arte contemporáneo en nuestro país. Carentes a menudo de un programa bien definido, y lamentablemente en demasiadas ocasiones peor desarrollado –gracias a la volubilidad de responsables políticos ajenos al caso-, la excelente línea de adquisiciones del Wolfsburg nos obliga a lamentarnos por las oportunidades perdidas recientemente. Al parecer, fue la conciencia del perfil periférico de la ciudad, lo que reforzó la necesidad de formar una colección de arte contemporáneo de prestigio internacional, para lo que se evaluaron, además, los fondos de veintidós instituciones en un radio de doscientos kilómetros, con el fin de ver las diferencias y posibles concomitancias con el proyecto, tomando como punto de partida la mítica fecha de 1968, pero rechazando la ambición de cubrir cronológica y jerárquicamente una historia del arte contemporáneo desde entonces a la actualidad. El resultado es espléndido, ya que se trata de una colección de obras, más que de nombres. Como plausible es también su criterio expositivo, al seguir renunciando a una presentación canónica y estable de sus fondos, en revisión continua bajo distintos focos y compilaciones en exposiciones temporales.
A tal objetivo responde esta muestra, en la que, si buena parte de estas obras emblemáticas ya habían sido vistas en Madrid, su reunión abre nuevos diálogos. En “Contemporánea” hay una clara intencionalidad didáctica por parte de la Fundación March para hacer transitable a sus visitantes habituales el cambio de rumbo del arte contemporáneo hacia la confluencia de arte y vida, y eso quizá explique la presencia de algunas obras que reflejan bien el planteamiento conceptual a comienzos de los setenta: como el Iglú Fibonacci de Mario Merz, el Gran Panorama Amsterdamnés de Jean Dibbets, e incluso la vídeoinstalación de Name June Paik, interesadas en cuestionar la percepción de la realidad a partir de ingeniosas construcciones geométricas. Pero que quedan un tanto alejadas ya del acuciante “retorno a lo real” manifestado, al inicio de la exposición, por algunas fotografías de la serie deconstructiva de finales de esta década Untitled Film Still de Cindy Sherman, imágenes éstas que sí ligan directamente con la sensibilidad de los noventa, a la que pertenece el grueso de lo expuesto. Discontinuidad, que no demérito, pues evidencia aún con más eficacia el modelo (aquí oculto) del referente de los materiales de la cultura popular que se impuso en los sesenta y que, más irónico y sofisticado, predomina en las últimas décadas. La poética del collage, del desecho y del accidente (Tony Cragg, Fischli y Weiss), las huellas de la memoria derruida (Boltanski y Tuymans), los paisajes e identidades en los suburbios físicos y mentales (Wall, Nauman, Schutte), conforman un panorama incompleto pero peculiar de las preocupaciones hacia márgenes y carencias que arraigan en el espectador actual; mientras fotografías de calidad de refinado reporterismo (Araki, Billingham) y perfeccionismo publicitario (Gursky) son aceptadas en el sistema artístico gracias a su discurso literario.