Coto privado de galerías

COMPARAR, COMPRAR, COMPARAR
ARCO 2008 PROGRAMA GENERAL: galerías españolas
Publicado en El Cultural, 14 de febrero de 2008

Se afirma que ARCO es la feria de las galerías. De hecho, el pasado año se insistió tanto en esta idea que se convirtió en el leit motiv de todo galerista: “nuestra feria”. Es decir, sólo mercado. Como si ARCO no hubiera sido, desde su inicio, la gran fiesta del mundo del arte español, el encuentro de todos sus profesionales junto al público, coleccionistas, aficionados, estudiantes y recién llegados. Como si pudiera hacerse borrón y cuenta nueva: la del ghetto elitista profesional, institucional y de muy selectos coleccionistas privados. De aquellos polvos, estos lodos. Era tan suya, que parecía que todos los demás empezábamos a sobrar, si no actuábamos de comparsa, o llevábamos la chequera por delante. Raro, raro, raro. Porque, a pesar de que a lo largo de su historia ARCO haya sido escenario de conflictos internos del medio (el IVA, las “buenas prácticas”, etc.) y externos (el “no a la guerra”); sin embargo, apenas se recuerda una convocatoria en que el sector galerístico español hubiera llegado a la fecha de inauguración tan declaradamente dividido. Sí, tan preocupado: no es la primera vez que la sombra de una inesperada crisis económica se cierne de repente sobre el barómetro del mercado del arte en España. Pero tampoco tan huérfano: ante la disparatada situación, con medida distancia por parte de algunas instituciones que dejarán las compras para más tarde (¿y acaso no sabe cualquier comerciante que “lo que no se vende hoy, es venta perdida”?). Cuando éramos más pobres y más jóvenes, ante las tensiones, la consigna era “hasta después de ARCO” y “sumar filas”. Y sumar, por convicción, sumábamos todos. Incluso, a pesar de los refractarios a la feria: porque llegó un momento que ARCO parecía que cubría todo, un magma demasiado confuso para el arte español, ante el que los autoexcluidos por paletismo actuaban como los tres monos: “ni ver, ni decir, ni escuchar”. Que es precisamente lo contrario a lo que se va a la feria: a ver mucho y comparar, (comprar) y comparar. Es decir, ejercitar el gusto.
Ya sea coleccionista o asesor, crítico y comisario, aficionado o estudiante, la revisión de las galerías españolas en ARCO es la oportunidad de hacerse una idea de las exposiciones a nivel estatal a las que no se ha acudido durante la temporada anterior, calibrar el momento actual de artistas de su predilección, anotar nuevas incorporaciones y descubrir algunas obras nuevas, recién llegadas ex profeso para la ocasión. Y, sobre todo, comparar : galerías, artistas, obras, tendencias … aunque sea de sobra conocido que delinear tendencias cada año sea un espejismo de atracción mediático, ya que pese a la aceleración de nuestros tiempos los ciclos artísticos todavía son más largos; y desde luego, una feria no sea el mejor lugar para intentarlo, ante el deslumbrón un tanto kitsch con que mucho stand pretende salvar nuestro rechazo ante la incoherencia y debilidad de su propuesta.
Este año, quizá lo más notorio en el Programa General, con 54 galerías españolas (de 171 en total, poco más de un 30%), es el extraño reparto territorial -que inexplicablemente ha venido protagonizando decisiones políticas (dirección de la última Bienal de Venecia, por ejemplo)- y que ha llevado a la práctica ausencia de galerías de Andalucía (sólo una: Rafael Ortiz de Sevilla) y, por tanto, en gran medida de jóvenes artistas andaluces. En igual situación se encuentra Galicia, con Ad Hoc; Cantabria, con Siboney; Aragón, con Miguel Marcos; Navarra, con Moisés Pérez de Albéniz; y Murcia, con T20. Tampoco la comunidad valenciana ha quedado tan bien parada como otros años: han pasado la selección cuatro: Cánem de Castellón y las valencianas Luis Adelantado, Tomás March y Visor. En cuanto a Baleares, es muy notoria la ausencia de Maior. Pero, sin entrar al trapo de los líos de los criterios de calidad del comité seleccionador, este recuento debería hacer reflexionar sobre cómo es posible que la red museística e institucional se haya ido extendiendo a lo largo del Estado -con diferente ritmo pero a la postre con razonable homologación- y, sin embargo, aún no haya una implantación semejante de galerías en nuestra geografía: este año, ausencia total de las dos Castillas, Extremadura, Asturias, la Rioja y Canarias (y Ceuta y Melilla). Quizá un plan de incentivación sería oportuno, una vez que ya tenemos un buen puñado de galerías que en su día gozaron de subvenciones y que ahora se codean sin complejos en el panorama internacional. Pues ¿cómo alcanzar esa meta de la internacionalización del arte español si aún arrastramos la rémora de un tejido mercantil tan poco sólido, fragmentado y demediado?
Este año, además, la consigna de la internacionalización a toda costa ha sido tan contumaz que no sólo gran parte de las galerías madrileñas exponen estos días artistas extranjeros en sus propias sedes (visitas que no hay que olvidar), sino que algunas galerías presentan para ARCO nóminas en las que los españoles son minoría y casi excepción: Distrito Cu4tro, Elvira González, La Caja Negra, La Fábrica, Nogueras Blanchard, Polígrafa, Visor … De manera que, sobre el papel, aplaudimos el equilibrio de Álvaro Alcázar, Carles Taché, Estiarte, Joan Prats, Juana de Aizpuru, Soledad Lorenzo …. De otro lado, algunas galerías vascas, sí han tenido claro lo de hacer patria, como la bilbaína Windsor Kulturgintza (J.R. Amondarain, Iñaki de la Fuente, Alejandro Garmendia, Iratxe Larrea, Juan Luis Moraza, Alberto Peral, Sonia Rueda, Francisco Ruiz de Infante, Ignacio Sáez, Dora Salazar). Pero, en contraste, preferimos la coherencia no exclusivamente territorial de Trayecto de Vitoria que, en un esfuerzo histórico-didáctico, pretende trazar una línea de transmisión desde ZAJ hasta jóvenes artistas, con pinturas de Aitor Lajarín, Iñaki Cerrajería y Néstor Sanmiguel, fotografías y soportes fotográficos de Pep Agut, Mira Bernabeu, José Maldonado, Ángel Marcos y Juan Hidalgo, junto a vídeos de Karmelo Bermejo y esculturas de Esther Ferrer, Juan Luis Moraza y Fernando Sinaga. Otras, se reservan alguna sorpresa: Oliva Arauna, con el vídeo de Zwelethu Mthethwa que se vio en Venecia; Max Estrella, con una obra calentita Charles Sandison y un panel móvil de Eugenio Ampudia; y Fúcares, que presenta más pintura que fotografía, con los nuevos Gonçalo Pena y Elger Esser.
Siguiendo ya a los artistas, cabe destacar el interés de los que recientemente han protagonizado importantes exposiciones: Florentino Díaz (del CAB a Antonio de Barnola), Cristina Iglesias (Elba Benítez), Gordillo (en Joan Prats, Luis Adelantado, Rafael Ortiz, Siboney, Marlborough), Jordi Colomer (Juana de Aizpuru, Carles Taché), Rogelio López Cuenca (Palma Dotze, Aizpuru) e Ibon Aramberri y Juan Muñoz (ambos en Pepe Cobo).
Finalmente, los interesados en vanguardias históricas, lo tienen fácil. En el Pabellón 12, podrán contemplar (y adquirir) obras de Blanchard, Gris, Julio González, Gleizes, Le Corbusier, Matta, Benjamín Palencia, Picasso, Gargallo, Alberto Sánchez, Torres-García, Arp, De Chirico, Morandi, los Delaunay, Masson, Schwitters, Léger en las galerías españolas Leandro Navarro, Guillermo de Osma, Manuel Barbié y Oriol: y aunque, los nombres se repitan, ojo, se precisa comparar: no todo es de la misma calidad.