El arte que nació de los adoquines

La figuración narrativa. París 1960-1972, IVAM, Valencia
Comisarios: Jean-Paul Ameline / Bénédicte Ajac
Publicado en Cultura/s, 22 de octubre de 2008

En la estela de las revisiones de Mayo del 68 y procedente del Grand Palais parisino, gracias al patrocinio de Bancaixa, llega al IVAM esta espléndida retrospectiva. Fruto de un largo proceso de documentación y con un montaje ejemplar y muy atractivo, la exposición con más de cien pinturas, objetos y películas cuenta la aventura de una veintena de artistas europeos que en menos de una década pasaron del irracionalismo existencialista de posguerra a la revolución política y contracultural del 68.
Sin duda, esta fue la contestación más contundente desde las artes plásticas a los acontecimientos que hicieron levantarse a toda una generación de trabajadores y estudiantes en Occidente: por su oposición a la vieja moral de la Guerra Fría y a la alienación del Capitalismo, Vietnam y la conciencia del colonialismo y el enfrentamiento racial. La representación Marx, Freud y Mao acostados juntos bajo un manto rojo sobre el adoquinado diezmado (por los que los sublevados arrojaban a la policía) de Henri Cueco, las escenas urbanas con las siluetas rojas de los ciudadanos y las banderas sangrando el rojo de Gérard Fromanger, la serigrafía suspendida sobre plexiglás de Malcolm X de Bernard Rancillac, las “viñetas” de Erró mostrando la “guerra en casa”, las escenas de Vietnam de Gilles Aillaud … forman un álbum de imágenes inolvidables, en su innovación radical y que resitúan los affiches de los ateliers populares y el cine de Godard-Vertov como los documentos visuales tópicamente representativos de Mayo del 68. Si los trabajos mencionados son menos conocidos, se debe a una cadena de “desidentificaciones” cuyo último eslabón, en el transcurso histórico que nos ocupa, fue la fallida exposición “72/72” –una revisión oficial del arte en Francia durante los 60-, boicoteada por sus protagonistas y en cuya inauguración la Coopérative des Malassis presentó ante el Grand Palais un mural representando la historia de la II República Francesa, compuesto por 49 acrílicos portados por los artistas y disuelto ante la represión policial.
Pero este grupo de pintores nunca gozó de una etiqueta vendible. Bajo el rótulo de “Nueva Figuración” y después de “Figuración crítica” careció de manifiesto y portavoz oficial (como fue el critico Pierre Restany para el contemporáneo Nouveaux Réalisme). Ni siquiera contó con una exposición colectiva representativa: la que más se acercó fue Mithologies cotidiannes en 1964, inspirada en la lectura semiótica de Roland Barthes de la iconología mediática, que daba cuenta de su renovación del lenguaje pictórico, abierto a la confluencia con la cultura visual: el cómic (Télémaque), la gráfica popular (Fahlström) y la versión irreverente y pop de los maestros de la historia del arte (Equipo Crónica, Erró, Peter Klassen). Quizá aún más interesante fue su investigación de la articulación de pintura y fotografía (Adami) y pintura y narración fílmica (Jacques Monory).
Sin embargo, el ciclo del asesinato de Duchamp a manos de Arroyo, Aillaud y Recalcati, enterrado con todos los honores bajo el beneplácito de Warhol; su oposición al pop estadounidense apolítico y “constatativo” de la sociedad de consumo, como afirmaron los críticos José Pierre y Gassiot-Talabot, cuando Nueva York ya había robado la capitalidad del arte a París; su defensa de la pintura frente a la tendencia conceptual; y finalmente, sus peregrinaciones a la Cuba de Castro y explícitas críticas políticas en sus cuadros, les pasarían una indigerible factura.
Hoy, en plena hibridación de lenguajes, sorprende tanto su anticipación, la influencia y vigencia de sus propuestas, como la calidad de aquella pintura: no se pierdan la serie (metafórica) de los animales enjaulados de Aillaud.