El morbo del lujo, Tersa Margolles

Teresa Margolles, “21”, Galería Salvador Díaz, Madrid
Publicado en El Cultural, 20 de diciembre de 2007

Imitando las joyerías de la Fifth Avenue, para esta primera exposición individual en España de Teresa Margolles, el escaparate de la galería se ha camuflado a la perfección. El interior, sin embargo, es más lúgubre y remite a una escenografía de panteón. Allí se erigen las peanas negras coronadas por vitrinas perfectamente iluminadas y con los clásicos calzadores para pulseras, anillos, medallas y pendientes de oro, brillantes pulverizados y cristales engarzados. Los vidrios se han extraído de los cuerpos de tiroteados desde los coches en ajustes de cuentas ejecutados por narcos a policías, traidores y víctimas colaterales. Cerca de la entrada se encuentra, fechada en febrero de este mismo año, la dedicada a unos militares: entonces Margolles comprendió que se había dado un cambio de escala y decidió iniciar esta “colección”. Según fuentes oficiales, sólo este año el número de asesinados relacionados con el narcotráfico en México podría sobrepasar los 3.000. Pero no es un fenómeno nacional, ni siquiera latinoamericano. Asesinatos, raptos y todo tipo de extorsiones y corrupciones se están generalizando en el mundo: he aquí otro efecto de la globalización. El tráfico ilegal de cuerpos, armas, drogas, compuestos químicos, automóviles … mueve la economía real y los siervos de los nuevos señores feudales parecen no necesitar la fachada de la representación política y los valores de la Modernidad. De repente, hay demasiados nuevos ricos en todas partes deseosos de hacer patente su soberanía –tiene razón Carlos Jiménez en su texto para el catálogo de esta exposición-: la soberanía de disponer de la vida y de la muerte. Y el “mal gusto”: kitsch y demodé; en suma, la estética de la ostentación y del lujo cada día es mostrada con más simpatía en los media, sean programas del corazón, revistas de compañías aeronáuticas, récords de subastas, informes de ferias de arte o meros informativos. Las cifras en ceros para esa categoría de la ‘distinción’ que acuñara Bourdieu se han multiplicado exponencialmente. Y cualquier objeto utilitario debe ser recubierto de brillantes antes de pasar a manos de las celebrities y los mafiosos de turno.
El mérito de Margolles es el de sintetizar esta cuestión en su localidad natal (el estado norteño de Sinaloa) y con un trabajo sólidamente enraizado en su trayectoria. Bien conocida internacionalmente y también en nuestro país por sus obras sobre restos de cadáveres, hace ya casi diez años la artista produjo unas Tarjetas para Cortar Cocaína con fotografías en el envés de diez personas asesinadas por el narco, que se descubrían cuando los usuarios, según la artista, “chupaban y limpiaban la imagen del cadáver”. La serie fue retomada en la Bienal de Liverpool el pasado año, donde tapizó un túnel peatonal con trozos de vidrios procedentes de los automóviles tiroteados. Y continuada en el “Decálogo” que estuvo esculpido en las paredes de la Casa de América este otoño y que, como nuestros mandamientos, podía resumirse en dos: “Para que aprendan a respetar”, y “Ver, oír y callar”, seleccionados entre los “recados” que suelen dejar sobre las víctimas.
Pero siguiendo la ficción del montaje. Aunque en la galería me aseguran que las piezas se venden “completas”: peana, urna con la inscripción del suceso (ficha policial) y adorno (según el diseño y realizado por un joyero proveedor habitual de los narcos), ¿cómo no imaginar el gustazo del regalo navideño y la ostentación snob en las fiestas?