Elena Blasco

Publicado en 100 artistas españoles, 2009
Elena Blasco, tras una estancia de dos años en Estados Unidos a mediados de los años setenta, irrumpe en el panorama artístico español de la década de los ochenta aportando una mirada fresca, llena de humor y de un renovado lenguaje de raigambre dadaísta en el que se combinan elementos domésticos, cotidianos, textiles y decorativos, afines a una perspectiva feminista de la que fue una de las pioneras en España pero que, en todo caso, ella siempre ha manejado con desenfado mientras carecía de cualquier respaldo crítico.
Pintora y escultora, excelente dibujante y grabadora, en sus obras no hay fronteras entre soportes. La yuxtaposición de pintura, fotografía, escultura y diseño da un aire a sus exposiciones de acumulación de objetos acoplados: una “leonera” cuyo resultado, sin embargo, termina conformando la unidad coherente de una intervención escénica en el espacio. Si se añade a esto, su apropiación de objetos cotidianos, se apreciará la sintonía con el artista catalán Carlos Pazos, perteneciente a la misma generación, y la contribución de ambos como una inflexión, aventurada y original, al debate creativo de los años ochenta, al abrigo de la maestría abierta y no autoritaria del “gordillismo”.
Su estética iconoclasta, próxima a la antiforma y los recursos torpes y naif, y en ocasiones a un pop plano y chillón, se despliega en trazos infantiles y narrativas adolescentes contra la solemnidad del Arte, en una suerte de actitud siempre cercana al espíritu festivalero y colorista del carnaval, como delatan los títulos de algunas de sus obras y exposiciones: “ytúúúuuuu queteeee creíííííias elreydetoooodoelmuuuundoooooo” (2002); “Sorpresas te da la vida”; “¿Por qué disimuláis?, cualquiera reconoce una flecha” (1996);y “Al deseo lo meneo” (1991). Su llamativa poética visual y táctil desarrolla figuraciones intempestivas, con personajes de cuento como la princesa tocada con un cucurucho, los cipreses con faldita y cinturón y “la puntita nada más” amortiguada por cojines.
En suma, lo de Elena Blasco es producto de un desparpajo visual que posibilita los desplazamientos semánticos, siempre en actitud desmelenada, proponiendo excursiones ingenuas y paseos irónicos. De dicción gamberra y mordaz, lo de Blasco es el comentario, el chiste, la burla, el refrán, la anécdota, la parodia, el acertijo, la viñeta, el episodio, la mudanza, el garabato y el borrón, el collage y el grafismo, la broma, el hallazgo, el descuido, la perplejidad y lo disparatado. Banal, pequeño o sarcástico; al cabo, “revolcones de sensación” y variedad díscola en el terreno del juego.