Entrevista a Juan Manuel Bonet, director del Centro de Arte Reina Sofía

Publicado en rev. “Libros”, suplemento cultural de LA VANGUARDIA, 22/6/2001

Después de un año al frente del Museo Reina Sofía, Juan Manuel Bonet (París, 1953) nos cuenta cómo está dando la vuelta al museo. Mucho se está moviendo en el Reina y en la propia percepción de Bonet sobre el arte actual.
¿De qué se siente más satisfecho durante su gestión aquí?
Un año en un museo es muy poco tiempo. Me puedo sentir satisfecho de haber superado ya ese tiempo de transición con proyectos heredados. Ahora empiezo a hacer museo desde la óptica que quiero hacerla. Muy pronto tendremos la inauguración de Alberto Sánchez, donde se va a reconstruir la escultura del pabellón de París del 37 en la fachada, a partir de la maqueta que tenemos aquí. Y después, la primera exposición de tesis: “Minimalismos”, planteada más allá del formalismo, como una forma de vida, donde vienen desde Mies van der Rohe a los jardines zen japoneses, viene la música, la moda, el diseño .... Luego tengo una exposición de la que ya se habló en “La Vanguardia” en su escala neoyorquina, Andreas Gursky, en el Palacio de Velázquez.
¿Necesita el Reina, como el Prado, un nuevo plan de gestión?
En principio no está planteado. Será interesante ver ese organismo con un grado mucho mayor de autonomía, pero no es necesariamente extrapolable. Este museo no tiene problemas estructurales. Tiene una dotación económica adecuada, especialmente en lo que se refiere a su presupuesto de compras pues hace tres años se triplicó el presupuesto. Y aunque tendremos que ajustarnos un poco el cinturón por la ampliación, podemos hacer compras ordinarias adecuadas. El Museo además cuenta con ingresos extra que proceden de daciones como pago de impuestos de sociedades y herencias. Quizás el presupuesto del Reina Sofía no sea el deseable en cuanto a las exposiciones temporales, que cuestan cada vez más dinero. Por ahí hay que forzar un poco la máquina desde el punto de vista de los patrocinios.
Antes de que usted llegara aquí, en la prensa se dijo que el Patronato del museo había llegado al colapso ¿Goza hoy de buena salud?
Aquello fue un problema muy coyuntural. En este momento, no es un patronato débil ni marioneta, hay gente muy diversa, colegas de otros museos, empresarios, gente procedente de fundaciones, por supuesto también del Ministerio y es un sitio donde se llega a consensos. Mi idea de museo es plural, en donde la dirección propone unas líneas de trabajo que después son matizadas por los miembros del Patronato. Pero ya las líneas propuestas son lo suficientemente abiertas y plurales para que no se produzcan roces. Se trata de equilibrar lo moderno y lo contemporáneo, lo nacional y lo internacional; en cuanto a lo contemporáneo, procuramos que haya pintura y no pintura.
Es este el segundo museo de arte contemporáneo que dirige, después del IVAM, del que salió tras una agria polémica artística y política. ¿Cómo ve la falta de continuidad dictada por los cambios políticos?
Aparte de los problemas concretos que surgieron en una etapa muy, muy al final, yo trabajé en Valencia muy a gusto, y luego surgió la oferta de trabajo aquí. Es deseable, desde luego, la mayor continuidad posible, pero a la vez tampoco se puede pensar que estamos trabajando en el vacío, sino enmarcados en un equipo. En concreto, aquí me siento muy integrado en el equipo de Cultura. Por otra parte, los cambios de personas pueden ser más radicales en la práctica que un cambio provocado por un giro político. Me parece que las transiciones que ha habido en España en el terreno cultural y en los museos han sido muy suaves, muy profesionales.
¿Cómo se sitúa el Reina en el escenario internacional?
Es muy bueno de vez en cuando captar una exposición internacional pero también producir exposiciones que entren en el circuito internacional, que seamos capaces de exportar. Y no sólo de arte español. Por ejemplo, en el terreno más contemporáneo, tenemos una de Kippenberger que se hará aquí y después irá a Viena y a la Whitechapel de Londres. Por el lado histórico, hay una exposición sobre la primera vanguardia americana en torno a Stieglitz, con interés en Francia, y otra que estamos preparando del Black Mountain College. También tenemos un proyecto con el Museo Constantini de Buenos Aires ... Pienso, sobre todo, en exposiciones que más que centrarse en un artista, tratan de evocar una época, un contexto, una problemática. Y ahí creo que modestamente podemos ofrecer una visión.
¿Con qué criterios se está trabajando para las adquisiciones?
El museo Reina Sofía nace en una época en que España recupera un papel después de todo un siglo que había tenido muy poco papel. Lo primero fue recuperar el tiempo perdido. Eso, en gran medida, ya está conseguido. Ahora nos proponemos seguir rellenando lagunas y comprar obras realmente buenas de nombres clave. En el tiempo que llevo, hemos comprado Torres-García, Barradas, Alberto, Millares, Chirino... Luego, a lo que estamos dedicando una parte muy importante del presupuesto es a estar al día. Lo último que hemos comprado español es de gente muy diversa: Chema Cobo, Gordillo, Pérez Villalta, Juan Navarro Baldweg, Iturralde y un cuadro muy importante de Barceló. De pintura de los ochenta y noventa internacional, últimamente han entrado cosas de Philippe Taaffe, Jonathan Lasker, Terry Winters, Ray Smith. Hay que intervenir antes de que haya que pagarlo al doble o al cuádruple.
Hay artistas españoles que aún no han gozado de una retrospectiva en el Reina Sofía, ¿cuáles le parece que su presentación es más urgente?
De entrada, tengo bastantes exposiciones heredadas. Me encontré con un plan muy definido de revisión de la década de los cincuenta: Canogar, que se acaba de clausurar, Rueda, Feito, Zóbel. Ya de mi programación, dentro de poco hay dos mujeres de los ochenta: Eva Lootz en el Palacio de Cristal y en el Palacio de Velázquez Carmen Calvo. Más allá de eso, no me atrevería a dar nombres porque sería adelantarme a la aprobación del Patronato y además crearía expectativas que quizás no se van a cumplir de aquí al 2003. Pero hay artistas que están pendientes: por ejemplo, me gustaría encarar un artista secreto como Gonzalo Chillida. También de la generación de los sesenta hay bastantes nombres: Gordillo, Darío Villalba, Alfredo Alcaín, Carlos Pazos. De gente más joven hay un proyecto de Juan Uslé, se ha hablado también de José Manuel Ballester. Luego, en el Espacio Uno: Gonzalo Sicre, Salvador Cidrás y Alejandro Corujeira.
¿Qué otras exposiciones hay programadas de aquí a dos años? De internacionales, además de “Minimalismos” y Gursky, Panamarenko, el pintor más conocido indio, amigo de Clemente, Bhuppen Kharkhar, “Los ángeles vistos por Ruscha”, Noguchi, Nan Goldin, Francis Alys, junto a otros grandes proyectos: “El gusto nórdico” o “Lo escandinavo”. Hay un proyecto para Arco 2003, sobre “El espíritu suizo constructivo”, y otro muy hermoso en el Palacio de Cristal realizado por Ivo Mesquita sobre “Roberto Burlemas y sus jardines”. También hay otras de españoles de carácter más histórico: después de Alberto Sánchez, Gutiérrez Solana, Vazquez Díaz, Maruja Mallo. Y luego también tenemos exposiciones de gabinete: Juan Oramas, un metafísico de posguerra, y la época de preguerra de Joan Rebull, y ese mismo periodo de Pere Pruna, artistas de un ciclo histórico que hace mucho tiempo que no se ve en Madrid.
¿Tiene el Reina Sofía alguna responsabilidad en la articulación del arte español? El Reina Sofía incide mucho sobre lo que pasa y en la percepción que la gente tiene del arte. Es un papel pedagógico muy importante. Pero el museo no puede presentar un mapa borgiano, a escala real. De otro lado, por tradición familiar, soy especialmente receptivo al mundo gallego, al mundo catalán y eso me pone en una buena disposición para encarar esa visión de lo diverso. Me parece evidentísimo que hay que articular una visión plural de lo español en la que quepan entendimientos muy diversos y fenómenos que en ocasiones han sido de reivindicación de la periferia.
¿Por qué en el terreno de las artes plásticas el Estado privilegiatanto a Madrid respecto a Barcelona, tradicional capital cultural?
Aunque hablo de algo que no me corresponde a mí, sé que el Estado está entrando en el Patronato del MNAC, con una aportación económica. El Estado también tiene representación, que ahora ocupo, en la Fundación Dalí. Y yendo a un punto en el que a veces parece que se nos quiere enfrentar con la Fundación Dalí de Figueras, nosotros tenemos excelentes relaciones. Cuando a veces desde los medios, el parlamento o el Ayuntamiento de Figueras se nos insta a depositar obras allí, no encontramos esa reivindicación por parte de la Fundación Dalí. Respecto a Dalí hay que ser serios y hay que ver cómo es el testamento, donde hay dos herederos que son el Estado central y la Fundación de Figueras y eso se ha respetado escrupulosamente.
¿Por qué el Reina Sofia guarda en sus sótanos obras de Dalí y Miró queno pueden verse en la tierra natal de estos creadores?
Se pueden ver. Cuando esas obras se nos piden para exposiciones, la petición es atendida. Pero no puede hacerse demagogia con los sótanos. Fíjate en la cantidad de Picassos o de Miró que tiene el MOMA en sus sótanos. Nosotros en el caso de Dalí, por herencia, y de Miró, por daciones, tenemos más de lo que podemos exponer, pero eso nos facilita prestarlas. Un museo que se precie no puede tener todas las obras expuestas al mismo tiempo.
¿Hay algún convenio o colaboración en marcha con institucionescatalanas?Nosotros colaboramos continuamente con la Fundación Dalí en cualquier proyecto. Ahora gracias, en parte, a nosotros estará muy bien representado en la exposición del surrealismo en París y tambien en otra exposición de Dalí en el Museo Esteban Vicente de Segovia. Para el año que viene habrá una exposición conjunta de la Fundación Dalí y nosotros en el Museo Gulandrian de Atenas. Y para el 2004 estamos trabajando en la comisión del centenario para que las ciudades dalinianas: Barcelona, Figueras, Madrid estén todas bien representadas. Con el Museo Picasso de Barcelona tenemos colaboraciones continuas. Ahora mismo tenemos otra proyecto en marcha conjunto con Cataluña que es el año Gaudí: nosotros traemos la exposición de Juanjo Lahuerta del CCB aquí, con algunos añadidos de la exposición de Daniel Giralt-Miracle en la Pedrera. Reivindico para el Reina Sofía una capacidad para estar pendiente de lo que es lo importante la cultura catalana y esa misma actitud hacia otras culturas que componen el mosaico peninsular.
Es usted un especialista en las vanguardias históricas en España. Además, es un “secreto a voces” que a usted le interesa la pintura adscrita a una estética del silencio ...
Es un malentendido que mi tendencia sea la pintura figurativa. Lo que pasa es que yo hablo también de la figuración. He hablado mucho de Gaya, pero también de Guerrero o Rothko. Con la figuración ha habido ciertos prejuicios y cierto maltrato desde el establishment. Y esto está cambiando. Pero no me reconozco cuando alguien con buena o mala intención me ve como el heraldo figurativo. Es verdad que me interesan mucho los artistas solitarios, figurativos o no, y he dado ciertas batallas porque se reconociera que la modernidad incluía también artistas figurativos o secretos, pero nunca para excluir a otros. No es una actitud revisionista sino de completar el mapa.
Posiblemente, muchos de los desarrollos más interesantes se están dando en los nuevos medios surgidos a partir del lenguaje fotográfico ....
Aquí nunca ha habido una colección importante de fotografía y tenemos que hacer un esfuerzo en una perspectiva histórica. En el último ARCO compramos un rayograma de Man Ray de 1921, quizá la fotografía más importante que tenemos. Pero también estamos comprando obras recientes: un conjunto de fotografías encontradas de Tacita Dean, un Andreas Gursky, dos Hutte, dos Cándida Hoffer, un Thomas Struth.
En los grandes museos estadounidenses, este año ha habido una eclosión de arte digital ¿Cómo encara el Reina Sofía los nuevos medios?
El museo creó hace años un departamento de audiovisuales ahora dirigido por Berta Sichel y desde ahí se están proponiendo programas de compras de vídeos y otros soportes y se están produciendo exposiciones y ciclos. El salón de actos está volcado a mostrar vídeos y cine experimental. El Espacio Uno lo concibo como un espacio en el que coexistan pintura, fotografía y vídeo. En el tema digital estamos mucho más verdes. En el último ARCO el diario El Mundo hizo un concurso y nos ha cedido esa pieza digital que es la primera que tenemos en la colección. Pero hay artistas que ví en las exposiciones de este año en el Whitney y nos interesan. Hay muchas instalaciones y trabajos en nuevos soportes que me han ido seduciendo y atrapando.
Y ¿cómo ve la enmarañada escena artística actual?
Laberíntica como debe ser, muy plural. Me interesan las hibridaciones entre géneros, ese acercarse de los pintores a la fotografía es muy generalizado. A mí también me ha interesado siempre el tema pintura y poesía, y hay algunos, como el Premio Nobel chino del que vamos a exponer sus cuadros el año que viene. Esa capacidad que tenía la vieja guardia de encuentro de pintores, poetas y músicos, sería bueno propiciarlo.
¿Cree que la democratización del arte puede transformar el museo?
Sí, lo transforma. El museo, aunque se parezca más a una estación o a un aeropuerto, por la época que vivimos, creo que es bueno que conserve cierta sacralidad: es bueno que tenga espacios donde se pueda escuchar discos o ver cd-roms, pero también que haya salas para contemplar un Morandi, sin ningún aditamento. El museo tiene que diversificar su oferta interna y ser capaz de que el menú que propone tenga sus lugares apropiados.
¿Cómo afectará la ampliación de Nouvel?
Jean Nouvel es una persona que tiene una gran sensibilidad para el espacio, para la ciudad y el museo. Y estamos convencidos de que va a hacer un edificio con capacidad para encarar el futuro. La biblioteca y exposiciones irán allí y quedará la tercera planta para la colección permanente, que es perfectible. Entonces, estará representado el Noucentisme catalán, juntando cosas noucentistas que tenemos de Torres-García, Suñer, Manolo Hugué ... Me gustaría colgar la colección atendiendo a otros frentes que no sean exclusivamente la pintura o la escultura. Cuando tengamos una buena colección de fotos, habrá que entreverarla. Y también meter algo de arquitectura. Sueño con una colección con esos puntos de fuga.
Con la próxima ampliación ¿puede ser el Reina un museo del siglo XXI?
Lo ha de ser. El museo debe de intentar guardar un equilibrio, diversificarse, pero también arriesgar.