Erwin Wurm, metáforas de la opulencia

Erwin Wurm, The Idiot, Sala Canal de Isabel II, Madrid
Publicado en Cultura/s, 22 de marzo de 2006

En el vídeo, el Fat Car de mofletes gomosos se lamenta: “Estoy lleno, estoy gordo, soy feo, soy” (Coche Gordo Hablando/ Amo mi Tiempo. No me gusta mi Tiempo, 2003). Al principio fue proyectado dentro de la Fat House. Ese mismo año, como si se tratara de una máquina que alimenta a otra, Wurm produce Fat House Speaking, dotando del mismo discurso ingenuo a su primera obra monumental: “Hay muchas criaturas gordas en el mundo, como animales o plantas, y también hay muchas estructuras gordas en el mundo, como empresas, cuentas, propiedades, fuerzas, ciudades”. El trazo de cómic y la expresión infantil, indecisa, no impide que la metáfora sea menos efectiva. Wurm habla del binomio de la opulencia: obesidad y sedentarismo, cuyos ejemplos figurados serían los conductores de ese “cinturón de tocino” de casas unifamiliares de las periferias que engordan los núcleos urbanos del siglo XXI. En el paroxismo, sus habitantes necesitan tenerlo todo en casa para sentirse seguros. Es impresionante el vídeo de la entrevista a la familia Wohlmuther: sobre el fondo de una casa-despensa hasta los topes, la mujer, profesora de escuela, afirma sin pestañear que llevan “una vida completamente normal”, aunque entre sus hábitos se cuente revisar las existencias por la noche y nos asegure que “eso es una muy buena sensación, cuando lo tenemos todo aquí y sobre todo no sólo un paquete, sino dos, tres e incluso mas”.
La parodia, la exageración y un sentido muy afinado de lo absurdo y lo grotesco, junto a su seductora imaginación visual, son los rasgos estilísticos de una actitud persistente: para el austriaco Erwin Wurm (BrucK/Mur, 1954) la cuestión es poner entre paréntesis las convenciones y poder replantear una mirada crítica sobre los síntomas comunes de nuestra época. Lo gastado es recuperado por la epojé o suspensión. El alarmante fenómeno anorexia/bulimia triturado por los mass media viene reconducido en el contexto del culto al consumo en general y de nuestro “lifestyle”, demasiado condicionado por la tiranía de lo fashion. Para ello, Wurm no teme utilizar los propios medios de representación de nuestra popular cultura visual que, de hecho, es ya propensa a asimilarle: como muestra su trabajo fotográfico para Palmer y Vogue, con su utilización insólita de elementos del vestuario, además de variados plagios. Una vía iniciada hace ya quince años, revisados en esta primera retrospectiva en España, y que le ha llevado a reformular la escultura en términos performativos, desplegando la antigua antropometría del cuerpo-monumento en fotografías, vídeos y textos.
Ascendiendo las cuatro plantas de la torre del antiguo Depósito de Agua, recorremos las series de engañosas figuras engordadas con el mero artificio de sobreponer ropas, a partir de “Me/Me Fat” de 1993, las esculturas fotográficas con expresivos jerseys deformados explicando estados de ánimo y las “Esculturas de 1 minuto”, desde 1998, y para las que Wurm escribe indicaciones como “muestra la lengua” o “presiona tal objeto sobre tus zapatos y piensa en Descartes, o en Kant, o en Ortega y Gasset”. Otras recetas de cómo ser políticamente incorrecto se encuentran en las series “Los idiotas”, esos insurgentes del cinematográfico DOGMA que Wurm acerca todavía más a nuestra vida diaria, a través de retratos con muecas en calendarios y absurdas interacciones entre objetos e individuos absortos en sus traumas.
No deja de ser una lástima que la “escultura prêt-à-porter” de Wurm haya quedado al margen en esta ocasión. Su interés por la participación del público, que ha producido series documentadas de “Do it Yourself” por polaroids proporcionadas en otros centros internacionales de exposición, sin duda enfatizan el sentido fluido y relacional por el que este trabajo ha interesado, por ejemplo, en el Palais de Tokyo parisino y en el Yerba Buena Center de San Francisco. A la última Bienal de Lyon, con el lema Expérience de la durée, llevó varias planchas de madera con diversas instrucciones para el público bajo el rótulo: “Adorno Was Wrong With His Ideas About Art”.