La ‘gauche divine’, vista por Colita, Maspons y Miserachs, se exhibe en Madrid


La Gauche Divine. Colita- Oriol- Xavier Miserachs, Sala Millares del Ministerio de Cultura, Madrid
Publicado en La Vanguardia, 5/4/2000

Un círculo rosa en el acceso advierte del tono alegre y desenfadado que se ha querido imprimir a esta muestra de fotografía sobre la generación de la gauche divine, la primera que fue capaz de crear “un espacio de libertad en el desierto cultural del franquismo”, en opinión de su comisaria, Oliva María Rubio, subdirectora de PhotoEspaña. El rosa-fucsia del logotipo de la boîte Boccaccio se repite en las plataformas de las go-gó girls y en la pasarela de las modelos: Romy, Teresa Gimpera, Montse Riba ... aludidas junto a Pomés en la vieja canción de Serrat “Conillet de vellut”. Otros objetos: posavasos y cinturones del club junto a sus revistas y la popular camiseta de “Tuset Street” pretenden recrear la atmósfera de la época. Todos jóvenes: artistas, escritores, futuros filósofos ... Sus risas, disfraces, fiestas y vacaciones fueron tomados por los fotógrafos del grupo: Colita, Oriol Maspons y Xavier Miserachs (que estuvo al tanto de este proyecto antes de fallecer).
Al cabo, fue la fotografía, ese medio tan novedoso que aún no parecía del todo artístico, lo que les ha convertido en divinos, a ellos, que estaban hartos de que lo de divine se diera en cualquier parte (Nueva York, París o Milán) menos aquí. Y era sobre todo la risa y la frivolidad lo que tenían de gauche y que tanto molestaba al puritanismo franquista como al compromiso ortodoxo de los partidos de izquierda entonces en la clandestinidad. “La gauche qui rit” fue el título de una exposición de retratos de Colita en la Sala Aixela de Barcelona en 1971, ante la negativa de la revista centralista Mundo Joven de publicar el reportaje. Entonces, como asegura Colita, “la cultura era sexy”, pero sólo en Cataluña. Y si los divinos miraban con horror a la meseta, como queda claro en la conversación mantenida entre Teresa Gimpera, Ramón Gubern, Oriol Regás, Maspons y Colita para el catálogo, no menos incomprensión y envidia despertaban sus ecos en Madrid.
Listos, o guapos, o ambas cosas a la vez. Pronto se les tildó de elitistas. Aunque casi todos procedían de la burguesía, el criterio para ser reconocido era, antes que económico, más bien estético o verbal. Editores, poetas y escritores del nuevo boom latinoamericano: aquí desfilan Carlos Barral en la playa de Calafell, Jaime Gil de Biedma tumbado en una hamaca con todos sus cachorros, Terenci Moix semidesnudo con el Voyage en Italie de Sade bajo el brazo, Pere Gimferrer, Jordi Herralde, el maestro José María Castellet rodeado por la pintora María Girona, Rosa Regás, Rafols-Casamada y Eugenio Trías –que en otra foto come una “galleta” ¿psicodélica?-, los jovencísimos Vargas Llosa y Gabriel García Márquez ... entre otros muchos. Una generación cuyo mito no ha dejado de agigantarse, al convertirse poco después en el grupo dominante de la cultura catalana en las últimas décadas, y casi en tabú intocable, un mixtificado horizonte inalcanzable, por legendario, para las aspiraciones de sucesivas generaciones.
La inhibición en Cataluña ha propiciado esta iniciativa foránea. Aunque la muestra llegará a Barcelona en octubre, para la comisaria es un guiño irónico mostrar a la gauche divine, a los catalanes vistos por los catalanes, desde Madrid, con una mirada divertida. Sin ningún afán cronológico esclerotizador, la exposición revitaliza la actualidad de un momento histórico (“el despertar del diseño, de la publicidad, de los hippies”) que esta temporada se banaliza en los escaparates de las boutiques. La foto de Oriol Maspons recogiendo la llegada de los Beatles en Barcelona en julio de 1965 marca el apogeo de esta generación. Colita ofrece la mirada fresca de sus protagonistas, las desmadradas fiestas del Boccaccio y Xavier Miserachs los periodos estivales en Cadaqués -junto a Dalí-, Calella de Palafrugell o Begur. También hay una sala dedicada a las modelos y las aventuras publicitarias, como la que muestra a dos jóvenes parejas en la misma cama y que naturalmente fue parada por la censura. La gauche, fruto de una burguesía catalana a la que le era más fácil mirar a Europa: su cine, sus libros, sus pasarelas ... fue la primera bocanada de esa respuesta en el viento que fueron los sesenta, también, con los divine, en nuestro país.