Poesía tangible, Jaume Plensa

Jaume Plensa. Chaos-Saliva, Palacio de Velázquez, MNCARS, Madrid
Publicado en “Libros”, suplemento cultural de LA VANGUARDIA, 17/3/2000

El Palacio de Velázquez, espacio dedicado a consagrar en España a nuestros artistas ya reconocidos internacionalmente, ha sido transfigurado por Jaume Plensa (Barcelona, 1955) para mostrar una selección de los últimos diez años de su obra. La exposición está articulada como una compleja instalación. Sin ningún afán cronológico ni didáctico, se ha creado una red de experiencias ligadas por la génesis de la cuestión que ocupa al artista en la actualidad : la imposibilidad de percibir el silencio. La vida en interferencia continua (de mensajes de todo tipo, sonoros, visibles ...), causa principal de nuestro embotamiento sensible, sensual e intelectual, es el sustrato, ya planteado por Cage, del que parte este escultor que reclama la belleza como objetivo irrenunciable de la experiencia artística, cosa que es verdaderamente poco frecuente en nuestros días. La sobreactuación : sorpresa o violencia a que ha conducido esta reflexión para buena parte de artistas en las últimas décadas, ha llevado por el contrario a Plensa a una estética de la oclusión y de la contención.
A Plensa no le ha bastado el retiro del Palacio y lo ha clausurado, enmudecido, con la única iluminación que se desprende de sus piezas. La maestría escenográfica que ha adquirido en sus colaboraciones para teatro junto a la Fura del Baus y en la Ópera de Salzburgo el año pasado, seduce desde el ingreso sin que tenga nada que ver con el escaparatismo efectista.
La fecunda penumbra aisla y enlaza contundentes esferas de hierro que encierran en su interior palabras incandescentes : Sueño y Deseo (1991) con otros habitáculos de cristal, alabastro, parafina, teka. La variedad de materiales al servicio del sentido poético atestigua la larga travesía de Plensa desde su primera exposición en 1980, en la Fundación Miró de Barcelona, cuando se le saludó como un joven continuador de la gran tradición escultórica española en el siglo XX del hierro forjado : Julio González, Chillida, después Susana Solano.
Este proceso se ha imbricado con proyectos públicos, en donde ha brillado con su discreta adaptación a la historia y vivencias de ciudades y pueblos, a lo largo de la geografía universal, de Barcelona a Japón e Israel. Y en él se ha intensificado la reflexión escultórica como una tarea inseparable de la literatura. El mismo Plensa hace tambien poesía y se expresa como uno de los artistas contemporáneos de mayor calado teórico en sus escritos, que considera una parte más de su proceso creativo. De hecho, desde 1989 las palabras han pasado a sumarse como material de sus esculturas. La fábula de Rabelais, que narra el renacimiento sonoro de palabras antes congeladas, fue la imagen de partida para sus contenedores traslúcidos cuyas palabras inscritas aluden a ese rumor de lo no escuchado que sin embargo carga nuestro bagaje personal y colectivo. Al lado, apoyada contra la pared una contundente interrogación de acero: la escultura como pregunta, según Plensa, responderla “es una redundancia”. El verso de Eliot “Winter Kept us Warm”, formalizado en un enorme cubículo construido con ladrillos de cristal nos deja helados e indefensos, como niños. También pavorosa, pero ahora infernal, es “La nieve roja”, donde se juega con la impresión de calor desprendida de la luz fría del fluorescente, cuyo sonido amplificado refuerza los eslabones cónicos de hierro al rojo vivo.
Ver, escuchar, experimentar. A nuestra // disposición, cinco habitáculos de alabastro en los que encerrarse para oír la sangre de Plensa, en el corazón, la mano, .. a modo de ritmo trance para volver a nuestro interior. En “Wispern”, la música leve y entrecortada de las gotas cayendo sobre veintiún címbalos sobre cazuelas de cobre se va cocinando con variaciones inesperadas gracias al espesor extraído del metal por la longitud de distintos proverbios.
Aludir al silencio mediante el ruido, a la ligereza a través de lo pesado, Plensa se salva de la condena hegeliana : muerte del arte por debilidad de lo sensible frente al concepto, porque no se despega de lo cotidiano. De ahí la equivalencia “Caos-Saliva” que da título a esta espléndida muestra de poesía tangible. Como se recuerda en el catálogo (con textos excelentes de Carsten Ahrens, su comisario, y José Jiménez, entre otros), el escultor Mario Merz dijo en una ocasión “teneís que entender la meridionalidad de Plensa” : es la base del éxito comunicativo de su obra.