Zhang Huan

ZHANG HUAN, Fundación Telefónica, Madrid
Comisaria: Jun Jun Hu
Publicado en Cultura/s, 27 de junio de 2007

Conocíamos algunas de sus primeras e impactantes performances. En una acción realizada en Pekín en 1994, el artista desnudo y embadurnado de miel y aceite de pescado, permaneció una hora sentado en una letrina pública, impasible ante el ataque de las moscas. El control del cuerpo como demostración de la fuerza interior adquirió un nuevo sentido cuando en 1998 Huan se trasladó a Nueva York. En “My America (Hard to Acclimatize)”, donde el artista se mostraba como monitor de posturas rituales para un grupo de occidentales desnudos, se evidenciaba el contraste cultural: no sólo aquellos occidentales aparecían ridículos frente a la dignidad del cuerpo ascético del artista. El hecho de que terminaran golpeándole con un aluvión de mendrugos de pan delataba que su resistencia en esos experimentos corporales podía “liberar un pánico más profundo en el espíritu”, como afirmó Huan.
Zhang Huan (An Yang, 1965) es el más célebre de la generación de artistas chinos que, tras la represión de Tiananmen, hallaron la vía de la performance para llevar a cabo un trabajo crítico lidiando con la censura. Pero frente a Cai Qing, Liu Jin y Zhu Ming (ahora en “Zhù Yì! Fotografía actual en China”, en el Artium de Vitoria), Huan fue destacado al seleccionarse una de sus fotografías como la imagen de Inside Out. New Chinese Art, la primera gran retrospectiva sobre los nuevos comportamientos del arte chino en el PS1 neoyorquino en 1998. Después, los registros vídeo y fotográficos de sus acciones también sobresaldrían en la Bienal de Venecia organizada por Harald Szeeman.
Sin embargo, esta primera exposición individual en España, que arranca con “Skin” (1997) para centrarse en la pluralidad de lenguajes que utiliza Huan, que desde 2001 alterna su residencia entre Nueva York y Shangai, revela la importancia de la memoria en su trabajo. El relato biográfico es el protagonista de la serie fotográfica que recoge la jornada en la que el rostro de Zahn Huan fue cubierto por la escritura en tinta china de varios calígrafos hasta ennegrecerlo y hacerlo irreconocible, aludiendo a la pérdida de identidad. Mientras su fobia a los libros –la vía intelectual, no “sentida” corporal y espiritualmente- es explicitada en “Mi Boston”, donde le vemos sepultado bajo una montaña de volúmenes. El rechazo al canon “castrante” del arte occidental protagoniza su juego corporal con la estatuaria de “Mi Roma”. Pero no menos intenso es el diálogo con la tradición budista en la excelente serie de serigrafías pintadas y en los relieves en madera sobre puertas antiguas de granjeros con viejas fotografías de escenas cotidianas, donde emerge su nostalgia por una China ya inexistente.