Zoe Leonard

Zoe Leonard, Fotografías, MNCARS, Madrid
Comisaria: Lynne Cooke
Publicado en Cultura/s, 4 de febrero de 2009

La relevancia otorgada a las fotografías de la artista multimedia Zoe Leonard (Nueva York, 1961) evidencia el correcto funcionamiento del sistema del arte contemporáneo, en donde no todo es especulación, escándalo y glamour. Pues, a través de su trabajo, ha salvado la mirada de una generación que, perteneciendo todavía a una época de economía discreta y valoración de la experiencia real, con el paso del tiempo ha asistido a la sustitución de todo por sólo marketing. Con una trayectoria firme, cadenciosa y de patente sinceridad, después de tres décadas hoy vemos que su obra es quizá la mejor expresión visual de la crítica al poder seductor de la imagen y los discursos heredados e impuestos en la representación.
El excelente montaje de Lynn Cooke -la nueva subdirectora del MNCARS y, a la sazón, ya antes comisaria de Leonard en el Dia y la Hispanic Society- enfatiza la modestia de su trabajo: con una presentación severa y austera, que deja las fotografías protegidas solamente por cristales, sin marco y sujetos con alcayatas, y amplio espacio y aire entre los pequeños formatos de las copias en blanco y negro, cuyos defectos manifiestan un revelado que se adivina manual, sin retocar. De modo que se subraya y tematiza el proceso de la fotografía, el soporte como un documento visual y cada imagen –que suele incluir el borde negro, a modo de contacto fotográfico-, como resultado de una observación precisa. Una suerte de comentario, realizado desde una lente vieja de una máquina analógica, de la era mecánica, sobre un mundo recubierto de apariencia digital, fantasmática.
A Zoe Leonard siempre le han interesado los pequeños detalles de la adaptación por la supervivencia: como los árboles urbanos cuyas raíces y ramas crecen entre alambradas. Este sentimiento Leonard lo traslada a la vida humana tras el impacto del SIDA, a finales de los ochenta, cuya protesta politizada le condujo a un compromiso expresado, sin embargo, de manera elíptica, en sus visitas a museos de historia natural, con paredes enteras cubiertas de pieles de animales disecados, y después sus muy conocidas fotografías de modelos anatómicos de mujeres con collares de perlas y expresiones corporales eróticas, subrayando la brutalidad de nuestra tradición científica. Una etapa que culmina con la instalación de sus fotografías de coños entre retratos dieciochescos en el Neue Museum de Kassel, en la Documenta de 1992, su participación en el grupo lesbiano radical "Fierce Pussy" (aquí omitida) y la falsa reconstrucción de la vida de la actriz y cantante negra Fae Richards. La muestra se cierra con “Analogue”, una serie de 400 fotografías a color seleccionadas a partir de miles de negativos de fachadas de tiendas, recién adquirida por el MNCARS. Durante años la artista viajó desde su barrio, el Lower East de Nueva York, a Sudamérica y África descubriendo con una Leica las vías (también ilegales) de las mercancías de las multinacionales y las ONGS en este mundo uniformado, global y poscolonial.