Juegos de lenguaje. Una introducción al arte de nuestro tiempo, Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear, Pizarro 8, Cáceres. Hasta el 5 de mayo de 2013.
Publicado en Cultura/s, suplemento del diario LA VANGUARDIA, 27 de marzo 2013, p. 21.
¿Por qué el arte de nuestro
tiempo resulta tan lejano al público en general? A menudo constatamos el abismo
de popularidad entre las exposiciones dedicadas al postimpresionismo (Gauguin,
van Gogh, etc.) y casi a cualquier otra tendencia posterior, del cubismo al
conceptual. Como si en cierto momento se hubiera producido una cisura, el
público hubiera perdido las claves para su comprensión y disfrute y a partir de
entonces, el arte pareciera muy
complicado. Como argumenta José Jiménez, catedrático de estética y teoría
del arte y comisario de esta exposición, eso es lo que ocurre con la paradoja que introducen las vanguardias
que cuanto más pretenden acercar el arte a la vida, tanto más consiguen el
distanciamiento del público, ajeno a su afán de experimentación.
Para desenredar este lío,
Jiménez ha echado mano de la noción de “juegos de lenguaje” del Wittgenstein de
las Investigaciones filosóficas,
interesado entonces en los diversos usos del lenguaje en las acciones
compartidas por grupos y para quien los “juegos de lenguaje” de los integrantes
cómplices del grupo serían expresiones
de “formas de vida”. Esta teoría explicaría que, en estos tiempos de feroz
mercantilismo, nos sea fácil disfrutar de los juegos de lenguaje de la publicidad, con la que el arte disputa
imágenes en el confuso terreno de la industria cultural. Pero no tanto de los
juegos del arte, que carecen de una finalidad determinada. Para reconstruir esa
familiaridad necesaria con la que, por ejemplo, intuitivamente somos capaces de
continuar una secuencia dada, y con declarada vocación didáctica, Jiménez ha diseñado
un recorrido que, a modo de juego iniciático, va deletreando algunas de esas
claves imprescindibles para entender y disfrutar de los juegos plásticos del arte contemporáneo.
Partiendo de la idea de que el
mundo es un texto, con imágenes que contienen palabras (Aballí, Broodthaers,
Shirgley, Weiner) y formas que simulan textos o parte de textos ( Partegás,
Sander), pasamos a letras que se convierten en imágenes (Pep Agut, Mike Kelley,
Philip Parreno, Jason Rhoades, Juliao Sarmento); y a las frases (Holzer, Plensa,) y los párrafos
(Alberto Greco, Thomas Locher) que son formas. De manera que, después de este
juego reversible, es fácil aceptar que los colores son como idiomas (Bernard
Frize, Imi Knoebel. Morris Louis, Ad Reinhardt, Gerhard Richter, Thomas Ruff),
con su sonoridad, acento y giros intraducibles.
Con lo que tendríamos ya los
elementos básicos de las reglas del juego
o usos de una gramática visual que, al haberse desplegado en un repertorio de
casos muy variado: de diferentes familias
(como las de los naipes de los niños), propicia la comprensión de la
significación abierta de las
imágenes, que no son lo que parecen a primera vista y en su decir más increpan al espectador para
que entre a dialogar, por ejemplo, con las engañosas fotografías de Thomas Demand y Roland Fischer y los objetos
contradictorios de Mona Hatoum y Man Ray. Al final, desembocamos en la torre de
babel característica de nuestro presente, con juegos de espejos y reflejos de
las experiencias de incertidumbre ante lo cambiante y desconocido (Helena
Almeida, Jorge Galindo, Isaac Julien, Thomas Hirschorn, Juan Muñoz, Erwin
Wurm).
Divertida, interesante y en
muchas ocasiones emocionante, es probable que a pesar de la claridad de su
guión, esta prueba iniciática –ahora que en la Fundación se están redoblando
los programas educativos- no fuera tan exitosa si no contara con tan excelentes
piezas. Desde la más antigua, una pintura de Ad Reinhardt de 1950 al reciente
vídeo de Juliao Sarmento adquirido para la ocasión -porque trata precisamente
las especulaciones de Wittgenstein-, una a una fueron elegidas por Helga de
Alvear a lo largo de las últimas décadas. Las casi ciento cuarenta obras:
dibujos, pinturas, esculturas, fotografías, vídeos e instalaciones de un
centenar de artistas presentes en esta muestra hoy componen un mosaico completo
para conjugar el arte contemporáneo.